El Cairo estalló en un ruidoso festejo, con fuegos artificiales, bocinas y disparos al aire, cuando se supo que el presidente Hosni Mubarak renunciaba y le entregaba el poder a las fuerzas armadas.
"La gente derribó al régimen", cantaban los manifestantes, tras 18 días de protestas crecientes que desataron una crisis política imposible de solucionar para el régimen autoritario de Mubarak.
"Este es el día más feliz para mi generación", dijo Alí al-Tayab, un manifestante de 24 años que recordó a los que murieron en enfrentamientos con la policía y los simpatizantes de Mubarak. "A los mártires, éste es su día".
En uno de los palacios presidenciales de El Cairo, donde se habían reunido miles de personas, la gente hacía la "V'' de la victoria y gritaba: "Alégrense, egipcios, hoy es una fiesta" y "Renunció".
"Dios es grande", decían muchos que rezaban en medio de la algarabía.
Las multitudes comenzaron a desplazarse hacia la plaza Tahrir, el epicentro de las protestas masivas contra Mubarak que comenzaron el 25 de enero.
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