Elementos del 98 Batallón de Infantería de Los Mochis reventaron dos casas de seguridad en el poblado Huicho, ubicado nueve kilómetros al poniente de la ciudad de Guasave, con saldo de un sicario muerto y cuatro detenidos, además del aseguramiento de seis camionetas y todo un arsenal, incluido un rifle Barret calibre 50. En la refriega, con duración de más de una hora de intercambio de balas y granadas que provocó terror en este tranquilo pueblo, resultaron heridos dos militares en brazos y piernas, que fueron trasladados al hospital Fátima, de Los Mochis.
Los hechos iniciaron a las 03:45 de la mañana de ayer, cuando militares arribaron al poblado y se percataron que afuera de dos casas estaban camionetas blindadas por lo que implementaron un rápido operativo que encontró fuerte resistencia desde el interior de ambos inmuebles. En el primer intercambio de balazos, dos soldados resultaron heridos, luego que los sicarios atacaran dos camionetas militares desde diversos flancos. El pistolero muerto quedó adentro de una camioneta doble cabina, color blanco, Chevrolet, de modelo reciente y placas de Sinaloa, con la que intentó romper el cerco policiaco. Dicha unidad fue, literalmente, cosida a balazos que le pincharon las llantas y atravesaron los gruesos cristales, con tan mala suerte para el sicario que resultó con el cráneo destrozado. Un lugareño dijo a reporteros que el fallecido pudiera ser Marcelo León, con domicilio en La Guamuchilera, Guasave. El aseguramiento fue de seis vehículos, entre esos, dos camionetas Chevrolet de modelo nuevo y blindadas; un fusil Barret calibre 50, nueve armas largas, entre "cuernos de chivo" y AR-15, uno de estos, con aditamento para lanzar granadas M 40, 39 cargadores para calibre grande, seis granadas ofensivas y mil 274 cartuchos. Según versión de militares, durante la hora y media que duró el enfrentamiento, los sicarios sitiados recibieron apoyo de varias unidades de malhechores que arribaban provenientes de la ciudad de Guasave y se paraban en la carretera para disparar hacia los soldados, pero también hacia sus mismos compañeros, principalmente a quien estaba adentro de la camioneta blanca, al parecer, en un afán de evitar que los capturaran vivos "Iban y venían; yo creo que iban por más balas; era un ir y venir de sujetos armados en varias camionetas", expresó uno de los militares. En esos hechos, casi toda la parte sur del poblado se convirtió en escenario de guerra, donde los soldados y hampones se tiroteaban entre las casas, algunos de estos, parapetados arriba de las mismas. FUERON LOS MOMENTOS DE MAYOR TERROR EN MI VIDA; LUGAREÑO El pueblo entero de esa comunidad, donde lo más grave que había pasado antes eran pleitos de borrachos y entre vecinas, se conmocionó por completo y, todavía a las ocho de la mañana, algunas amas de casa estaban histéricas, aún ocultas y con las puertas bajo llave, creyendo que de un momento a otro pudiera ocurrir otra balacera. Alguien que se identificó como Jorge Castro indicó que primero se escucharon balazos aislados y creyeron que eran cohetes, pero luego empezaron las ráfagas y granadazos. "Se escuchaba así como un silbido y luego detonaciones que cimbraban toda la casa, y yo con la vieja y mis hijos abajo de la cama; todos llorando; mi mujer rezando y los plebes trabados de miedo, pues parecía que la balacera estaba adentro de la casa; escuchábamos todo muy cerquita", comentó. A su vez, Ruperto Leal López, cuyo domicilio se ubica en la entrada del pueblo, donde estuvo lo más fuerte del enfrentamiento, aseguró "yo tengo más de 60 años, y he pasado por muchas cosas, pero estos minutos fueron los más largos y espantosos de mi vida". Mostrando los impactos de bala en una pared de su casa, Ruperto Leal expuso que, aunque él y su hija estaban adentro de un closet, tirados al suelo, sentían cada balazo que le pegaban a la casa y tenían miedo que los impactos atravesaran las paredes. "Nos animamos a salir ya que clareó y que vimos por las ventanas a un montón de soldados, ya más tranquilos, y sin apuntar las armas", explicaría el lugareño A eso de las 10:00 de la mañana, dos helicópteros y cientos de elementos armados, entre militares, ministeriales y agentes de la Policía Municipal, mantenían ocupado el pueblo, mientras dos helicópteros de la Procuraduría General de Justicia del Estado daban rondines por el aire y patrullas de la DSPM mantenían bloqueada la carretera de acceso al poblado desde El Cubilete hasta la calle 300.
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